Las sombras chinescas o sombras chinas, también conocidas como “teatro de sombras” o “teatro de luz y sombras”, son un modelo de ópera en la que las imágenes son recortes de pieles de origen animal o cartón. Estas imágenes se iluminan con distintas luces, en contraste con la sombra, para narrar historias. Las sombras chinescas representan un legado de cultura y felices memorias que ha acompañado al pueblo chino durante miles de años.
Las sombras chinescas gozan de una dilatada historia en China. Según los canales históricos, sus orígenes se remontan a la dinastía Han del Oeste (202 a.C. – 8 d. C.). Ya en la dinastía Song del Sur (112-129), el volumen Sueños de esplendor de la capital oriental (Kaifeng) apuntaba a la madurez y permanencia del género en el imaginario cultural chino como hechos consumados ya en la dinastía Song (960-1279). En el templo de Yanshan, en la provincia de Shanxi, aquellos visitantes que contemplen los murales de la dinastía Jin (1115-1234) en la conocida como Sala de Manjusri tendrán ocasión de detectar una “escena de sombras chinescas” que ofrece una vívida representación de las actuaciones de teatro de sombras en Shanxi a la sazón. Las sombras chinescas experimentaron una etapa de prosperidad en la dinastía Qing (1636-1912), período en el que tuvo lugar la formación de numerosos subgéneros que respondían a las variedades regionales.
Las marionetas de sombras representan los elementos principales de uso en el teatro de sombras, así como un ejemplo de exquisita artesanía. Los materiales implicados en la fabricación, ya sean cuero, piel de burro o de carnero, pasan por un proceso igualmente exquisito para convertirlos en lienzos translúcidos que a continuación se graban, colorean y decoran. El teatro de sombras no solo requiere marionetas de personajes; cada historia necesita, asimismo, atrezzo adicional como mesas, sillas y elementos del escenario que rodea las tramas.
Las sombras chinescas son inherentes a muchas de las actividades clásicas del folclore chino: sacrificios en las celebraciones de los templos, ceremonias nupciales, ritos vinculados al nacimiento de un bebé y promesas a las deidades. Toda representación se caracteriza por el uso de una pantalla de gasa blanca de un metro y una lámpara de aceite. Ambos representan la base sobre la que se proyectan las sombras chinescas a las que se insufla vida. Tras la cortina blanca, los intérpretes recurren a varillas de bambú para manipular las sombras chinescas, cambiando sus movimientos mientras entonan al unísono coplillas y canciones locales con las que se acompañan instrumentos de percusión y cuerda. El conjunto destila tintes locales y folclóricos.
Un sencillo proscenio, diez ágiles dedos y un poco de luz es todo cuanto se necesita en el teatro de sombras para plasmar escenas de la vida cotidiana en todas sus facetas, altibajos históricos de todo tipo y, ante todo, compartir con el mundo el acervo cultural histórico y costumbres locales chinas.